Máximo de Zaragoza

Juan de Noort, frontispicio de la obra de Francisco Bivar, Marci Maximi Episcopi Caesaraugustani viri doctissimi Continuatio Chronici omnimodae Historiae ab Anno Christi 430, Madrid, 1651. Biblioteca Nacional de España

Máximo fue obispo visigodo de Zaragoza entre los años 592 y 619, aproximadamente,[1]​ en cuya sede sucedió a Simplicio. Mantuvo la sede episcopal zaragozana durante los primeros tiempos de conversión de los reyes visigodos al catolicismo, con Recaredo, Liuva II, Witerico, Gundemaro y Sisebuto.

Asistió al Concilio II de Zaragoza de 592, al Concilio II de Barcelona de 599 y al Concilio de Egara de 614, y suscribió el decreto de Gundemaro de 610.

Obras

Máximo contribuyó al renacimiento cultural visigodo de los siglos VI y VII, que fue continuado por eruditos como Isidoro de Sevilla, Eugenio de Toledo o Braulio de Zaragoza.

Escribió varias obras en verso y prosa, según transmite Isidoro en el último capítulo de su De viris illustribus, donde recoge hechos del obispo Máximo de Zaragoza.[2]​ Su obra más destacada sería una crónica de los godos en la península ibérica, la Chronica Caesaraugustana o Crónica de Zaragoza, actualmente perdida; los únicos restos que habrían llegado de ésta, según la tesis de Hertzberg, que después completó Mommsen, se encuentran como anotaciones marginales en algunos manuscritos de la crónica de Víctor Tunnense, recogidos por Roger Collins, quien le atribuye también la primera redacción de la Historiae Gothorum, Vandalorum et Sueuorum de Isidoro de Sevilla.[3][1]​ No obstante, investigadores modernos han reestudiado a fondo estas anotaciones del Tunnense, y han descartado que sean obra de un único autor, y menos aún que puedan ser de Máximo de Zaragoza.[4]

Falsificación renacentista

A principios del siglo XVI el jesuita Jerónimo Román de la Higuera compuso una falsificación de esta crónica, que presentó como la continuación de la que anteriormente atribuyó a Flavio Lucio Dextro; uniendo en un solo personaje al obispo Máximo y a un monje benedictino italiano llamado Marcos.[5]

Higuera también falsificó textos que atribuyó a los obispos Braulio, Heleca, Tayo y Valderedo.[6]

Rodrigo Caro atribuyó los errores y disparates de las falsas crónicas a adiciones espurias posteriores y preparó una edición anotada en latín. La portada tiene la fecha de 1627 pero fue impresa en 1626 en Sevilla. Se tituló Flavii Luci Dextri V. C. Omnimodae Historiae, quae extant Fragmenta, cum Chronico M. Maximi, et Helecae, ac S. Braulionis Caesaraugustanorum Episcoporum, Notis Rudeciri Cari Baetici illustrata.[7][8]​ En 1627 el monje cisterciense Francisco Bivar se dedicó también a editar estas falsas crónicas en Lyon, siendo reeditadas en 1640, 1651 y 1846.[9]

Notas bibliográficas

  1. a b Martín Iglesias, José Carlos, «Máximo de Zaragoza», Diccionario biográfico español, Real Academia de la Historia.
  2. San Isidoro: De viris illustribus, cap. XLVI.
  3. Véase la edición de Collins del Corpus Christianorum series latina CLXXIII A, Turnholt, 2001, pág. 118, nota 233.
  4. Jiménez Sánchez, Juan Antonio (2007). «Acerca de la denominada Crónica de Zaragoza». Revista Helmántica (177). 
  5. Manuel Risco: España sagrada, vol. XXX, pp. 138-140.
  6. Versión de 1651 con comentarios de Francisco de Bivar: Marci Maximi Episcopi Caesaraugustani ... continuatio chronici omnimodae Historiae. Versión original en la Patrología de Migne: Documento en pdf.
  7. Gómez Canseco, Luis (1986). Rodrigo Caro. Un humanista en la Sevilla del Seiscientos. Diputación Provincial de Sevilla. p. 19. 
  8. Juan Pedro Cavero Coll y José Luis Herrera Morillas (2002). «Libros impresos en Sevilla durante los siglos XV al XVIII, conservados en las bibliotecas universitarias de Andalucía». Boletín de la Asociación Andaluza de Bibliotecarios (68): 37-66. ISSN 0213-6333. 
  9. Joaquín Pascual Barea (1999). «Falecios de Rodrigo Caro como poema preliminar en su alabanza a nombre de Francisco Andino». La filología latina hoy: Actualización y perspectivas 2: 1171-1177. ISBN 84-930825-2-X. 

Fuentes


Predecesor:
Simplicio
Obispo de Zaragoza
592 – 619
Sucesor:
Juan